sábado, 2 de junio de 2012

Miguel y Margarita....


Una sala de clases está en compleo silencio, cuando entra el profesor de  lenguaje, se para en frente de todos, y les anuncia.
-         Haremos un trabajo en parejas. Yo las elijo, y ustedes tienen que organizarse en realizar una disertación de cualquier tema. – los alumnos cuchichean entre sí, y el profesor los hace callar nuevamente. Entre los alumnos, están Miguel y Margarita. Los dos quieren hacer una disertación. Miguel es un niño bastante perfecto. Le gustan las cosas ordenadas y derechas, sobrias y sin color. Si hubieran de presentarlas, las podrían en un power point, sin imágenes, o en una cartulina blanca, con letras negras. No le gustaban los colores, ni los adornos. Creía que perdía la seriedad del trabajo. Le gustaban temas de tecnología, de cosas modernas. Estaba seguro de que, le tocara con quién le tocara, haría sobre el prototipo del Iphone 5.
Margarita era bastante recargada. LE gustaban los colores fuertes, las cosas desordenadas, para que le dieran vida. Quería hacer algo sobre alguna cartulina de colores fuertes, con plumnes permantente coloridos, sobre algún tema de la naturaleza, la ecología, un planeta verde, le tocara con quién le tocara. Consideraba las cosas modernas una falta a la ecología, pues cada vez eran más desechables, y con las fábricas afectaban al medio ambiente. Miguel, por su parte, cosnsideraba la ecología una estpidez, que retrasaba el progreso.
 Así con sus pensamientos, oyeron al profesor dar las instrucciones. Nombró las parejas, y como podemos imaginar, a Miguel le tocó junto a Margarita. Quizá el profesor no se dio cuenta de sus diferencias, o tal vez lo hizo a propósito. Quién sabe, pues el profesor sería como el destino, un hombre callado y silencioso, que dicta su sentencia sin dar explicación.
 Se sentaron los dos niños en la misma mesa y con una hoja de block en blanco, se dispusieron a dar sus ideas. Miguel planteó la suya.
-         Apple quiere sacar el Iphone 5. Viene después del 4s, y es el más moderno del mundo. Podemos hacer de eso. – Margarita alzó las cejas.
-         ¿Te volviste loco? ¿Cómo vamos a hacer de eso? ¡Por favor! Eso es estar a favor del consumismo, de la destrucción.
-         ¿Destrucción? ¡Es progreso!
-         Mejor hagamos… “No a la caza de ballenas”.
-         ¿A QUIÉN LE IMPORTA LA CAZA DE BALLENAS?
-         Vamos, hagamos de eso.
-         Pongámonos de acuerdo. De todas formas, yo quiero trabajar contigo.
-         ¿Ah, sí? – preguntó Miguel, desocncertado.
-         Si, pues. A ti te va bien en esto, a mi igual. Si unimos nuestros trabajos, podemos hacerlo mejor.
-         Entonces, pongámonos de acuerdo. – de pronto, el porfesor se acerca.
-         ¿De qué lo van a hacer ustedes?
-         No sabemos. – explicó Miguel. – pero lo vamos a hacer juntos de todas formas.
-         ¿No se van a poner a pelear?
-         ¡Cómo se le ocurre!- replicó Margarita.
-         ¿Me lo prometen?
-         ¡PROMETIDO!- contestaron a coro. Y así, quedaron en juntarse en la biblioteca, durante el recreo. Cada uno llegó cargado de libros. Se sentaron en la misma mesa. Miguel mostró los suyos.
-          Mira, se trata de grandes avances de la ciencia. Si no quieres algo del presente, podemos hacer algo del pasado, como, no sé, Thomas Eddison.
-         Eso ya es algo de historia, puros pérkines. ¡Hagamos, por ejemplo, de cuidar el aire!
-         Es casi lo mismo que la caza de ballenas.
-         Sí, pero lo que tu me propones es de algo menos interesante aún, que a nadie le importa. Cuidar el aire es actualidad.
-         Más actualidad es el Iphone 5.
-         Más ecológico es la caza de ballenas.
-         ¡A quién le importa la ecología!
-         Estamos llegando a lo mismo. – respondió su compañera. El niño la miró a los ojos, y vio que con determinación quería hacer el trabajo con su estilo. Furioso, se cruzó de brazos. La bibliotecaria los vio callados, y se acercó.
-         ¿Necesian ayuda?
-         No. –respondió Margarita, enojada.
-         No es cierto. – refutó Miguel. – Es que ella sólo quiere hacer cosas de ecología y estupideces en el trabajo de lenguaje. No es justo.
-         Sí, pero el no entinede que no me gustan las cosas tecnológicas ni nada por el estilo. – la bibliotecaria los mira a los dos con expresión preocupada.
-         A ver, ¿Y si mezclaran las ideas?
-         Es que no se pueden mezclar.
-         Pero niños, a ver, puede ser que se trate de cómo las empresas modernas, con su tecnolgía, mejoren el medio ambiente. – Miguel negó rotundamente con la cabeza.
-         ¿Pero cómo van a trabajar uested juntos?
-         No quiero. – contestó Margarita. – No quiero trabajar contigo.  – Se lo plantearon al profesor.
-         Pero niños, si lo prometieron.
-         Es verdad. – dijo Miguel. – Es tu cupla, Margarita, de que esto no haya resultado.

Dime, ¿Crees que Margarita tuvo la culpa? ¿Por qué?