Una sala de clases
está en compleo silencio, cuando entra el profesor de lenguaje, se para en frente de todos, y les anuncia.
-
Haremos
un trabajo en parejas. Yo las elijo, y ustedes tienen que organizarse en
realizar una disertación de cualquier tema. – los alumnos cuchichean entre sí,
y el profesor los hace callar nuevamente. Entre los alumnos, están Miguel y
Margarita. Los dos quieren hacer una disertación. Miguel es un niño bastante
perfecto. Le gustan las cosas ordenadas y derechas, sobrias y sin color. Si
hubieran de presentarlas, las podrían en un power point, sin imágenes, o en una
cartulina blanca, con letras negras. No le gustaban los colores, ni los
adornos. Creía que perdía la seriedad del trabajo. Le gustaban temas de
tecnología, de cosas modernas. Estaba seguro de que, le tocara con quién le
tocara, haría sobre el prototipo del Iphone 5.
Margarita
era bastante recargada. LE gustaban los colores fuertes, las cosas
desordenadas, para que le dieran vida. Quería hacer algo sobre alguna cartulina
de colores fuertes, con plumnes permantente coloridos, sobre algún tema de la
naturaleza, la ecología, un planeta verde, le tocara con quién le tocara. Consideraba
las cosas modernas una falta a la ecología, pues cada vez eran más desechables,
y con las fábricas afectaban al medio ambiente. Miguel, por su parte,
cosnsideraba la ecología una estpidez, que retrasaba el progreso.
Así con sus pensamientos, oyeron al profesor
dar las instrucciones. Nombró las parejas, y como podemos imaginar, a Miguel le
tocó junto a Margarita. Quizá el profesor no se dio cuenta de sus diferencias,
o tal vez lo hizo a propósito. Quién sabe, pues el profesor sería como el
destino, un hombre callado y silencioso, que dicta su sentencia sin dar
explicación.
Se sentaron los dos niños en la misma mesa y
con una hoja de block en blanco, se dispusieron a dar sus ideas. Miguel planteó
la suya.
-
Apple
quiere sacar el Iphone 5. Viene después del 4s, y es el más moderno del mundo. Podemos
hacer de eso. – Margarita alzó las cejas.
-
¿Te
volviste loco? ¿Cómo vamos a hacer de eso? ¡Por favor! Eso es estar a favor del
consumismo, de la destrucción.
-
¿Destrucción?
¡Es progreso!
-
Mejor hagamos…
“No a la caza de ballenas”.
-
¿A QUIÉN
LE IMPORTA LA CAZA DE
BALLENAS?
-
Vamos,
hagamos de eso.
-
Pongámonos
de acuerdo. De todas formas, yo quiero trabajar contigo.
-
¿Ah, sí?
– preguntó Miguel, desocncertado.
-
Si, pues.
A ti te va bien en esto, a mi igual. Si unimos nuestros trabajos, podemos hacerlo
mejor.
-
Entonces,
pongámonos de acuerdo. – de pronto, el porfesor se acerca.
-
¿De qué
lo van a hacer ustedes?
-
No sabemos.
– explicó Miguel. – pero lo vamos a hacer juntos de todas formas.
-
¿No se
van a poner a pelear?
-
¡Cómo se
le ocurre!- replicó Margarita.
-
¿Me lo
prometen?
-
¡PROMETIDO!-
contestaron a coro. Y así, quedaron en juntarse en la biblioteca, durante el recreo.
Cada uno llegó cargado de libros. Se sentaron en la misma mesa. Miguel mostró los
suyos.
-
Mira, se trata de grandes avances de la ciencia.
Si no quieres algo del presente, podemos hacer algo del pasado, como, no sé, Thomas
Eddison.
-
Eso ya
es algo de historia, puros pérkines. ¡Hagamos, por ejemplo, de cuidar el aire!
-
Es casi
lo mismo que la caza de ballenas.
-
Sí, pero
lo que tu me propones es de algo menos interesante aún, que a nadie le importa.
Cuidar el aire es actualidad.
-
Más actualidad
es el Iphone 5.
-
Más ecológico
es la caza de ballenas.
-
¡A quién
le importa la ecología!
-
Estamos
llegando a lo mismo. – respondió su compañera. El niño la miró a los ojos, y vio
que con determinación quería hacer el trabajo con su estilo. Furioso, se cruzó de
brazos. La bibliotecaria los vio callados, y se acercó.
-
¿Necesian
ayuda?
-
No. –respondió
Margarita, enojada.
-
No es cierto.
– refutó Miguel. – Es que ella sólo quiere hacer cosas de ecología y estupideces
en el trabajo de lenguaje. No es justo.
-
Sí, pero
el no entinede que no me gustan las cosas tecnológicas ni nada por el estilo. –
la bibliotecaria los mira a los dos con expresión preocupada.
-
A ver,
¿Y si mezclaran las ideas?
-
Es que
no se pueden mezclar.
-
Pero niños,
a ver, puede ser que se trate de cómo las empresas modernas, con su tecnolgía, mejoren
el medio ambiente. – Miguel negó rotundamente con la cabeza.
-
¿Pero cómo
van a trabajar uested juntos?
-
No quiero.
– contestó Margarita. – No quiero trabajar contigo. – Se lo plantearon al profesor.
-
Pero niños,
si lo prometieron.
-
Es verdad.
– dijo Miguel. – Es tu cupla, Margarita, de que esto no haya resultado.